Habían pasado cuatro meses. Emily estaba a punto de dar a luz a su bebé y la expectación era máxima entre los tres. Gabriela era la más ansiosa por la llegada de su hermano. Todas las mañanas, al despertarse, iba a ver a su madre para preguntarle si era de día.
- Es su hermano quien decide la hora.
- ¡Venga! Eres demasiado lenta. - Gabriela habló a la barriga de Emily y todos se rieron.
Después de muchos intentos por averiguar el sexo del bebé, ya que ella siempre estaba con las piernas cruzadas, lo consiguieron: era un niño. Emily pensó que Gabriela se enfadaría o al menos se preocuparía de que no fuera una niña, pero su reacción fue la mejor posible.
- ¿Un niño? - preguntó pensativa cuando Emily se lo dijo.
- Sí.
Hubo un largo silencio mientras Gabriela pensaba. Emily intercambió miradas con Gaspar y justo cuando iba a decir algo, Gabriela dijo:
- ¡Un niño! ¡Es increíble! ¡Vamos a poder jugar juntos y a la pelota! Y voy a enseñarle todo lo que sé. - Empezó a dar saltos por la habita